9.10.11

una amiga vasca que me toque la guitarra

Sobre la mesa de centro están el lápiz mina y los papeles con los diálogos en chino mandarín que me tengo que memorizar y que no me voy a memorizar para el otro sábado. Y una barra de chocolate blanco que me traje a la cama ahora que me tiré a escribir.

La única chica con la que hubiera hecho algo hoy, -tomarme una cerveza, reírme-, sabe tocar viola y le hubiera pedido que la tocara. Pero aunque la hubiera visto por chat, no le habría hablado. Parece que nunca le voy a hablar.

Viendo fotos de gente conocida en facebook, me enteré que una amiga con la que no hablo hace mucho (una ex de hace casi 10 años) viajaba a lo gitano por la costa azul con una amiga vasca. Noté que sus senos seguían igual de impresionantes que siempre, pensé en que quizá la ayudaban en el viaje, pensé en que ella siempre supo ser feliz. Claro, contaba con la plata de sus viejos para ser feliz también en Tailandia hace tres años, pero como sea, estaba de gitana, riéndose en todas las fotos, con una foto vaso vacío en mano y su amiga vasca guitarra en mano.

Vi las fotos también de otra, jefa de producto en no sé qué área de no sé qué empresa de telecomunicaciones. Puestos de mierda, con nombres de mierda, en que tu entorno es tan predecible. Llenos de "hagamos un asado", "el medio auto que te compraste, perro", vacaciones de 10 días en el extranjero bien publicitadas y de conversaciones diarias regidas por la portada del diario más mierda del país. Esa vida en que los domingo a las 8 pm te da depresión porque sabes lo que se viene el lunes en la mañana (tanto peor si no te da depresión) y que el viernes agradeces en tu status de facebook que haya llegado el fin de semana.

También están las amigas que piden no se les salga el ombligo con el embarazo (otra ex entre ellas, de hace casi 15 años sí). Qué miedo. Ser mamá. Dicen que están contentas, seguro varias lo están, pero tienen miedo y eso no lo quieren comentar. Miedo y resignación porque no es necesariamente lo que quieren todavía a los 27, 28 años. Menos con el tipo con el que esto pasó. Hubieran al menos preferido poder tomar ellas la decisión (capaz que la de no tener un hijo con él). No importa. La primera sonrisa de sus bebés las hará olvidar todo.

A veces necesito ver la vida de otras personas para valorar la mía. Para concluir que he hecho hartas cosas también, y más importante, para saber qué no hacer. Tengo una cuea. Tengo un angelito que me protege y me guía, me pasé.

Me di cuenta de algo. Hace tiempo me había dado cuenta de algo, que cuando estaba en una relación de pareja mis ganas de escribir se iban (o al revés, que al estar solo me dan ganas de escribir). Pero ahora me di cuenta de otra cosa, que en general, tener sexo o simplemente relacionarme con mujeres es incompatible con las ganas de crear. Crear lo que sea. Un texto, un espacio de intimidad o un tiempo para leer un librito. Incluso para medio fantasear con ser artista e inventar algo.

Como además tengo cuea, todo parece indicar que de acá a un año, debiera vivir un último período laboral para, lanzarme con un segundo año de desarrollo laboral a escala mundial o simplemente darme un paseo mundial.

Voy a tener 29, estaré o no con alguien. Espero no sea tarde para decidirme a crear algo, o en su defecto, conseguirme una amiga vasca que me toque la guitarra y me convenza a viajar por la costa azul sin inflarnos el ombligo ni saber cuando sea domingo.

leen