En el avión. Todo esto en francés.
- ¿Me prestas tu lápiz?
- Por supuesto... resulta que ahora todos hablan francés.
Era de Senegal, negra negra. Y el de la ventana era de Montreal. Tenían como mi edad y nunca supe sus nombres. Una vez aterrizados él se fue con un amigo que lo había ido a buscar, ella tomó un taxi a su hotel y yo pregunté qué micro me llevaba al centro.
Fue rico estar en la sala de embarque.
Volver a volar no tanto.
Por mail le dije a Nadja que nos juntáramos en la hostal que nos recomendó Fredes. Que yo llegaba a las siete. Llegué a las 18:40, y mientras pagaba la vi entrar con una bolsa del supermercado. Cocinamos, conversamos en la cocina con un holandés, y subimos a comer a la terraza al aire libre con hamacas mientras oscurecía.
Montevideo me gusta parece. Es como un pueblo grande, la gente parece estar bien, corren por los parques o caminan entre edificios altísimos y viejos. Esta ciudad es como cool pero sin querer intentar ser cool. En cambio yo, creo que cometeré mi primer error: me compraré un termo y mate, para tomar mientras camine.