Llevaba un par de años -creo- sin hablar.
Alfredo es el sacerdote más bacán que conocí en mi vida.
Por eso me puso triste la noticia.
Fue la primera persona que me dijo (¡a los 11 años!) que Jesús no había nacido un 25 de diciembre, sino que el Sol.
En ese nivel estaba él.
Tuvieron que pasar 15 años para que aprendiera sobre las costumbres paganas que el cristianismo copió e hizo propias.
También aprendí del perdón.
Fui 12 años a un colegio de jesuitas, en que no hubo un mes sin que nos enseñaran la importancia del perdón y la redención.
Alfredo en cambio, que nada tenía que ver con mi colegio y que sólo era amigo de mis papás en tiempos de Allende, me enseñó otra cosa.
Por ayudar a perseguidos políticos en Valparaíso tras el golpe militar del 73, uno de sus "hermanos", un sacerdote como él, lo delató. La Marina lo tomó preso y le sacaron la mierda. No sé cuánto tiempo estuvo detenido ni cuántas veces fue torturado.
Lo que sí sé, es que con 11 años, pude escuchar la historia de su propia boca. Una historia que ahora ya no tiene porqué ser secreta.
Aquella en que contaba cómo 20 años después aquel sacerdote delator lo buscó y entró a su despacho un día. Le pidió perdón y abrazó.
Alfredo no supo perdonarlo y simplemente no pudo responder al abrazo. Sus brazos permanecieron rígidos a su cuerpo.
Creo dos cosas.
Que ninguno de los sacerdotes de mi colegio habría podido tampoco (que en realidad nadie podría).
Y que en este minuto, si la hipótesis de dios es cierta, a Alfredo dios lo acogió en sus brazos.
