22.5.10

el triunfo del dinero, Niall Ferguson

Estoy leyendo un libro que me da vergüenza ir leyendo en el metro por el título. Pero es tan bueno.

Estaba en eso hace una hora cuando por el rabillo del ojo vi un relámpago y a los 7 segundos sonó un trueno, lo que creo significa que fue a unos 2 kilómetros del living en el que me senté con mi frazada y mi almohada.

Mitsue se fue con dos amigas a Río de Janeiro y mi roomie, Fredes, fue a Buenos Aires a entrevistar no sé a quién. Estoy solo.

En tres semanas más voy a conocer Inglaterra, porque me salía igual de caro un vuelo directo a Johanesburgo desde Santiago, que pasar por Europa y estar un par de días.

Pensé en hacer la escala en Barcelona para espantar fantasmas (me imagino clarito a mi hermano Camilo diciéndome "las hueás que piensas hueón"). De hecho, manejando por la autopista urbana, hasta pensé en ir a decirle hola a Alex que mañana está de cumple. Feliz cumple. Pero después pensé que para qué iba a estar espantando nada.

Mejor conocer uno de los museos más bacanes (y ladrones) del mundo. Escuchar el acento británico. Buscar un lugar, un bar cool. Tomar una cerveza ("eeeso, compadre" diría Camilo). Comprobar que el cielo es gris como dicen y partir a Sudáfrica donde voy a estar tres semanas.

Desde que nací Chile ha clasificado sólo a un Mundial de Fútbol, Francia 98. Tenía 15 y ni uno.

Y ahora no es que tenga mucha plata, pero amo el fútbol y para algo no me he comprado departamento ni auto, y me voy al trabajo en metro, aguantando por vergüenza las ganas de leer el libro que me está esperando ahora en el living.


leen