Sin el segundo piso el club elefante se ve mejor, y parece un Liguria en ruinas, que es lo que se pueden permitir los chicos de 19-22 años que anoche compraban sus cervezas a luca, antes de bajar al estrecho subterráneo en que tocaron Los Mil Jinetes.
- Estás en Pedro versión 2008 -me dijo Briceño bromeando.
Eso porque a la tocata anterior de los Fother Muckers tuve que ir, después de la oficina, formal. Y según él desde que empecé a trabajar uno no usa más poleras.
Bajé al subterráneo a ver los teloneros que si me gustaran escribiría el nombre (no escribo el nombre de grupos que no me encanten, no quiero distraer al que lee). Y miré a mi alrededor.
Decir que la gente era indie, dice más de mí que de ellos.
Pero hay algo que pensé.
Que me gusta poder, en cosa de horas, pasar de un mundo formal compartido con algunas chicas Opus Dei (que es donde trabajo) a un subterráneo de un lugar clandestino en el centro de Santiago sin letrero a la entrada.
Y sentir que me adapto y lo paso bien en ambos.