Una abuela japonesa le contaba a su nieto, para que se comiera todo, que los pajaritos cuando cantaban preguntaban ¿oichi?, ¿oichi? que en japonés (creo) significa rico.
Oichi, oichi.
Cantaban los pajaritos y el niñito comía entusiasta.
Pero una vez el niño -al ver que se había comido todo y que un pájaro seguía cantando- se paró de la mesa y le gritó.